martes, 6 de octubre de 2009

FOGWILL...EL ATRAPA REALIDADES

Por Jorge Jofre.

Enrique Eduardo Fogwill (Buenos Aires; 1941), a partir de su primera novela Pájaros en la cabeza, solo Fogwill: una especie de marca registrada. Ganó la beca Guggenheim (2003) y el Premio Nacional de Literatura de la SADE por su novela Vivir afuera. En la Boutique del Libro (San Isidro, 30-09-09) se presentó la reciente edición de sus Cuentos Completos.

Patio trasero de La Boutique del Libro, Fogwill, afirma haber sido considerado como una especie de portero (arquero al decir nuestro) de la literatura argentina….” Yo no sé mucho de fútbol, pero creo que el portero es el que ataja…” agrega con una especie de ingenuidad poco creíble.
Uno cree que Fogwill va hablar de su rol de “escritor maldito” y se encuentra con que el mismo acepta casi sin culpa alguna ser definido como el que ataja; como el guardameta de un equipo. Es que Fogwill, en realidad ataja. Pero no aquel esférico elemento llamado comúnmente pelota sino que bajo los tres palos de la literatura sabe atrapar los sucesos de nuestra historia o ciertas realidades que marcaron un antes y un después. Realidades que luego nos devuelve en forma de relatos como Los Pichiciegos; En otro orden de las cosas o La experiencia sensible. Son relatos-realidad que nos acercan a la guerra de Malvinas; a la década del setenta o a una cierta forma de vida de los capitalistas argentinos en el exterior en la época de la dictadura.
En Los Pichiciegos (1983) nos muestra ya la idea de una historia que ha descendido del caballo de los próceres para mostrarse más real y la mayoría de las veces más dolorosa. Los protagonistas de la novela no son precisamente aguerridos combatientes que fueron a defender el patrimonio de las islas, sino un grupo de personajes que intentan evitar el combate; que recurren a cualquier instancia posible para sobrevivir. Como el pichiciego, están seguros en su refugio subterráneo, solo que ellos a diferencia del pequeño armadillo son capaces de vender hasta su propio cuerpo por algún beneficio.
En La experiencia sensible (2001) nos muestra a al empresario Romano y su familia viviendo en 1978 en Las Vegas. Daniel Link lo ha descrito a Romano como “una bisagra en un capítulo monstruoso del capitalismo argentino...”. Romano y su familia viven como todos aquellos que han tenido la posibilidad de cotizarse en un capitalismo de país subdesarrollado y para colmo rodeados por una dictadura.
Pero no solo Los Pichiciegos o La experiencia sensible ostentan un realismo a ultranza; toda la literatura de Fogwill se orienta hacia una verdad descarnada que no es escatimada ni siquiera en el lenguaje de los personajes: para ejemplo solo bastaría la forma de hablar de la niñera del empresario Romano.
Se ha dicho que allá por los comienzos del siglo XX Eugenio Cambaceres ponía en sus personajes solo lo que le convenía a su juego: le metía “palabras y gestos convenientes para a firmarse en su propia ideología”. Fogwill en cambio los presenta tan brutalmente descarnados en cuerpo y lenguaje que no deja espacio a tal circunstancia. Si la estilística narrativa de Cambaceres desviaba el sentido de la realidad en función muchas veces de sus odios (xenofobia y discriminación sería mas correcto decir), en cambio Fogwill, el atrapa realidades, la retiene con fuerza y nos las lanza en forma de certeras palabras.
Patio de La Boutique del Libro, Fogwill, ahora habla de la importancia que concede en sus novelas a los signos de puntuación; a los acentos y hasta a los números de sílabas que componen sus palabras y sus frases. El escribir también es un oficio…que se debe dominar, como el arquero domina el área con su cuerpo y con sus manos a fin de evitar la caída de su valla. Ese control de la palabra es el recurso que hace viable su literatura.
Fogwill dice: “ultimamente solo leo una o dos horas por día y escribo una hora u hora y media, el resto del tiempo me dedico a escuchar música “. Sabe que ahora debe regular el oxígeno de su literatura; tiene la certeza que en nuestro país se siguen tejiendo nuevas realidades que el se verá obligado a atrapar en futuros relatos.
Su novela En otro orden de las cosas lleva al personaje a recorrer doce años cruciales de nuestra historia política. Se dice que en ella como en muchas otras, escribe a fin de mantener viva la memoria de un pasado. Ese es el Fogwill atrapa realidades; el Fogwill que se dedica a poner en palabras ese pretérito imperfecto no tan cargado ya de glorias. Que nos hace reflexionar hasta sobre nuestra condición de argentinos.

Publicado el 6-10-09 en Página Digital.

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