lunes, 10 de noviembre de 2008

El laberinto del fauno…donde los derrotados no cuentan.




En El laberinto del fauno, Guillermo del Toro establece un llamativo vínculo entre la realidad sociopolítica de una época con la fantasía de ciertas antiguas creencias. Así es como básicamente este director mejicano, construye una filmografía que emanada sin duda de antiguos géneros cinematográficos....suspenso, terror, fantasía...cumple con la condición de ser una verdadera mixtura. Así es como el filme se constituye estéticamente hablando en lo que podríamos llamar un cine de fusión de estilos.


Fantasmas y faunos.

Si bien el propio director de El laberinto del fauno ha expresado que este filme es básicamente una contraposición entre un régimen franquista, allá por 1944, y la historia de una “niña que llega a una casa abandonada en el medio de los bosques españoles y se encuentra con seres mágicos, pero muy oscuros y muy ambivalentes” (1), la idea no alcanza para definir totalmente la obra. Es necesario ahondar en ciertas esencias del personaje del fauno y también en el contexto sociopolítico en que se ambientan los sucesos para ir descubriendo el denso entramado que teje el director...es necesario precisar en que punto la fantasía se confunde con la realidad.
“No sois hija de hombre, la luna os ha engendrado” (2) afirma el fauno, a poco de conocer a Ofelia, una niña de 13 años que es muy aficionada a los libros de fantasía... ¿De donde nace en el director la idea de tal personaje como interlocutor de la niña? Para responder a tal interrogante se nos hace necesario remontarnos a comienzos de la producción cinematográfica de nuestro director.
Ya desde El espinazo del diablo (2001), Guillermo del Toro, transitó un camino, que entre otras cosas, ronda indiscutiblemente la oscuridad del género de terror y el vuelo de la fantasía. En este filme, la posible presencia de un fantasma en un orfanato de Santa Lucía (España), durante la guerra civil española genera la puntada perfecta y precisa. La inquietante presencia del fantasma alterará la vida de uno de los protagonistas, el niño Carlos, y lo conducirá a un llamativo descubrimiento de un valioso tesoro...un filme de alta tensión donde el silencio de ciertas escenas agrega un plus al respecto.
Pero... ¿Por qué habrá elegido del Toro la presencia de un fantasma? Tal respuesta podemos hallarla en los intereses del director manifiestos en un reportaje telefónico que le hicieran hace mucho tiempo. En él afirma creer, en cierto modo, en la existencia de fantasmas, y recordó en tal ocasión como hacia los 12 años de edad escuchó la voz de un tío suyo muerto tiempo antes. Extrañamente, no le otorgó un sentido sobrenatural a tal afirmación sino que naturalizó de cierta manera la existencia de fantasmas. Del Toro ha hablado para tratar la cuestión de “lugares que son como grandes magnetófonos de presencias”...lugares a los que solo pueden acceder aquellas personas que tengan la “frecuencia apropiada de reproducción” (3)
Guillermo del Toro ha sido también productor de El orfanato (Juan Antonio Bayona; 2007) un filme donde los fantasmas de unos niños que habitaron tiempo atrás el orfanato van ganando terreno a medida que avanza la trama. Simón, como el niño de Sexto sentido ve “dead people” (gente muerta). Laura, la madre de Simón, también los verá a medida que el filme avanza…. ella habitó de niña ese orfanato, pero no recuerda muchas cosas de él. Las apariciones le ayudarán a reconstruir sucesos acaecidos en el orfanato antes de su cierre. Los fantasmas “editan” así, para Laura, imágenes de un pasado conflictivo y ya lejano....vuelven desde la muerte para contarle la verdad de una historia.
Guillermo del Toro, tras su éxito del Espinazo del diablo no continúa inmediatamente con estas cuestiones de fantasmas. En Blade II (2002) los vampiros consumidos por una insaciable sed de sangre son los que cobran protagonismo mientras que en Hell boy, un personaje infernal que nunca envejece domina la pantalla.
Hay sin duda una línea de producción que indiscutiblemente pasa por varios tópicos plenos de fantasía y que sin duda encuentra su corolario en la figura del fauno, aquel personaje que Ofelia descubre en un antiquísimo portal de piedra labrada.
Tenemos claros indicios de que en del Toro pervive un ancestral dualismo que lo lleva a creer en la existencia de mundos paralelos que solo se conectan por momentos o cuando la circunstancia lo requiere...no son mundos que operan como en el realismo platónico contraponiendo la verdad a la falsedad; o la materia al espíritu. Para el mexicano tal vez la situación española de posguerra y el agobiante franquismo del capitán son tan reales como el fauno y el libro en blanco que le entrega a Ofelia para superar las pruebas: el cineasta desdibuja por momentos los límites entre ambos mundos
De todos modos, el fauno de la niña, así lo debemos destacar, no es el fauno pastor que protege de las fieras al grupo de ovejas (como lo indica una antigua creencia) sino un personaje capaz de profetizar el futuro. El es el que le revela a Ofelia, en secreto y con especial voz, que ella es una antigua princesa de un mundo subterráneo que quiso conocer la vida fuera de él; que luego olvidó quien era y murió de vieja; que ha sido buscada por su padre. Los portales fueron edificados por el rey para que la princesa pudiera retornar a su reino; ese donde Ofelia y el fauno se encontraron es el último que queda en el mundo…es la última posibilidad que existe para que la princesa retorne a su reino.
El fauno le dice a la niña que para retornar debe cumplir ciertas pruebas. Ofelia, cumple la primera de ellas, pero cuando esta por consumar la segunda, despierta al hombre pálido que duerme sentado a una mesa plena de manjares, al comer unas uvas de una de las fruteras...termina no pudiendo concretar la prueba. Es en este punto cuando el poder de lo predictivo se somete a la capacidad volitiva de los hombres...la niña a decidido tras un momento de duda alterar, por primera vez, el curso de los hechos y en definitiva el derrotero marcado por el fauno.
Pensar en un guión, donde del Toro ha ido tomar inspiración en escritores místicos como Algernon Blackwood o Arthur Machen es ver la parte fantástica del filme desde otro costado. Muchos escritores del género gótico de fines del siglo XIX han jugado con ciertos personajes fantásticos como una representación de la ambigüedad moral.
Pensar en un guión altamente signado por una historia de Arthur Machen , es sin duda hablar de un argumento que toca por algún punto las poéticas del simbolismo o el decadentismo previo a las vanguardias del siglo XX. Recordemos que Machen creía en la presencia de seres fantásticos...en seres que eran capaces de obrar tanto el bien como el mal y el fauno de del Toro no es ajeno a tal circunstancia.


Ofelia; el fauno y Vidal.

Ofelia es sin duda el punto fuerte de inflexión entre ambas historias: la del laberinto del fauno y la que se ambienta en una España posterior a la guerra civil. La niña vive en el filme tanto las pruebas que le dicta el fauno como el rechazo del capitán Vidal (su padrastro), un hombre dominado por el orden militar con ciertas veleidades de redentor...el cree que la misión que se ha encargado (eliminar los últimos vestigios de la resistencia republicana) es algo que se debe hacer a cualquier costo y sin atenuante alguno.
Vidal se ha casado con la madre de Ofelia, la cual en el momento en que arranca el filme esta esperando un nuevo hijo; un varón cuyo próximo nacimiento es la gran preocupación del capitán; un niño que tendrá su rol a la hora de arribar al desenlace de la historia.
Pero retornando al desarrollo del relato, vemos como la magia que opera en las pruebas a que la somete el fauno, a Ofelia, le sirven para evadirse de una realidad cruel....Ofelia utiliza la misma tiza mágica de la segunda prueba, para dibujar una puerta en la pared de la habitación donde Vidal la ha encerrado y así poder huir con su hermanito en brazos hacia el laberinto....magia y realidad se toman de la mano; la tiza también funciona en la España de Franco.
En el primer encuentro con Ofelia, la niña le pregunta al fauno sobre su nombre, y el le responde “...he tenido tantos nombres” (4); frase que parece indicarnos distintos avatares en la vida del fantástico ser. Si bien el fauno es capaz de intentar ayudar a Ofelia en lo que respecta a la delicada salud de su madre, también es capaz de pedirle a la niña que sacrifique a su hermanito recién nacido.
El discurso final del fauno dirigido a la princesa del mundo subterráneo (cuando esta ya ha regresado a su reino tras la muerte de Ofelia) es poco convincente bajo la mirada del narratario: el fantástico ser solo quería a toda costa la sangre del niño. Tal personaje no es solo una figura vicaria sino casi un sinónimo de la del capitán Vidal en lo que hace a esa extraña relación entre el bien y el mal. Se establece una cierta simetría entre ambos protagonistas que estructura y da coherencia al filme.
Meticuloso en extremo, el capitán Vidal, lo demuestra día a día cuando elabora una especie de ritual del acto de afeitarse. Revisa cada parte de su rostro, evaluando el resultado de su afeitada mientras se escucha una melodía en el gramófono que ha puesto en funcionamiento. Pero, Vidal, también mata campesinos y tortura gente con la misma meticulosidad con que rasura su barba .Hiere de muerte a su propia hijastra que se halla con el niño en el portal luego de huir del encierro a que la tenía sometida...le quita al pequeño y al salir del lugar lo entrega a los rebeldes que lo están aguardando, como aceptando su derrota; luego se deja matar por el grupo republicano casi a modo de expiación.
Ofelia une las dos historias: la del fauno y la de Vidal y al mismo tiempo fuerza el desenlace al no aceptar dar la vida de su hermano en el portal; como en la segunda prueba obra por su propio arbitrio y vuelve a torcer el destino. Pero, es indiscutible que a la niña ambos personajes influyen en sus decisiones y la orientan hacia un destino final.
“No nací para compartir el odio, sino el amor”(5) le grita Antígona a Creonte; en la niña no hay durante todo el filme un solo rasgo de maldad o de venganza, pese a que su vida se ve rodeada de muertes: su padre cuando era pequeña; su madre al dar a luz a su hermanastro; los campesinos y guerrilleros que mata cruelmente su padrastro….ella se parece, en cierto modo, a la princesa, sin una pizca de maldad, que abandonó el mundo subterráneo para admirar las bellezas del mundo natural.
Con la lenta muerte de Ofelia que vierte su propia sangre sobre la extraña estatua del laberinto, se operan dos circunstancias en el desenlace de la historia: se convierte en la princesa del extraño mundo subterráneo y esta lista para vivir eternamente en su palacio y Mercedes (la criada de Vidal) recibe el niño de los brazos del capitán para criarlo. En cierto modo ambos finales intentan justificar la crueldad que acarrea la circunstancia de perder la vida de la niña....y desde otra mirada entronizan la figura de Ofelia como la de aquella que da la vida para obrar el bien; como el noble personaje femenino de Antígona.
Desde otro ángulo de análisis vemos como los mundos paralelos de del Toro: el del reino subterráneo y el de la España posterior a la guerra civil tienen sin duda algo en común: la idea del bien y del mal...una cuestión que mueve a los personajes del filme a obrar constantemente optando por una u otra idea. Ellos indiscutiblemente determinan también el cruce de dos historias, porque en verdad son dos historias que circulan por carriles paralelos como en algunas de las películas de David Griffith, allá por los comienzos del cine. Tal circunstancia no es meramente casual sino que es el principal recurso fílmico que a Guillermo del Toro le permite ahondar en ciertas preocupaciones personales por cuestiones de orden social y de ciertos valores humanos que distan bastante de lo meramente material....política, sociedad y creencias se manifiestan folletinescamente; con un estilo que traza así casi una caricatura del fauno y de la España de los ´ 40.
Tanto el fauno como Vidal son como una especie de emblema de esa España. De una época hispana donde el bien y el mal se confunden; donde el amor por un ideal puede generar un profundo odio hacia quien no lo comparte; donde los derrotados no cuentan demasiado al final de la historia.





Citas bibliográficas.

1) Garratt Viñes, Ernesto, “Simpatía por el diablo”, Revista Virtual Mabuse, Santiago de Chile, 31/8/2004.
2) Ibídem.
3) Del Toro, Guillermo, “El laberinto del fauno” (2007), tomado del diálogo inicial entre el fauno y Ofelia.
4) Ibídem.
5) Sófocles, “Antígona”. La protagonista se dirige con fuerza a su tío; pero no guarda resentimiento alguno en sus palabras.

Jorge Jofre.
Publicado el 2-11-2008 en Crítica.cl (Santiago de Chile).