domingo, 21 de mayo de 2017

Agonizar como los griegos.



  


Por Jorge Jofre

Entre 1995 y el 2012 entrevisté al escultor  Fernando García Curten en tres ocasiones en su casa-taller de San Pedro. Esas entrevistas fueron registrados en  “Encuentros sampedrinos con García Curten”, publicado en octubre del 2015. El segundo de los “encuentros”, denominado “Agonizar como los griegos”  coincidió con la visita del escritor Abelardo Castillo. El texto deja translucir aspectos más profundos de la estética de García Curten  y la mirada del cuerpo humano. La visita de Castillo aporta además la posibilidad de hacer también algunas referencias al particular pensamiento del escritor fallecido recientemente… un amigo de toda la vida de Fernando García Curten.


 


…Y es al hablar de “agonía” cuando se me hace presente una parte de Las palabras y los días donde Abelardo Castillo procura encuadrar el arte de su amigo:
Parece no haber más que tres caminos: la desesperación; la frivolidad o la agonía. En la orgullosa soledad de un pueblo de Buenos Aires, un pintor, un escultor, descubrió por sí mismo esas verdades y eligió el tercer camino. El arte de Fernando García Curten es un arte agónico. Demasiado talentoso para la frivolidad, demasiado rebelde para la desesperación….Agonizar ya lo sabían los griegos, es lo mismo que luchar.

Tal vez Abelardo Castillo tenga razón. Tal vez el motor de la situación sea esa “cierta culpa” que expresara sentir García Curten, ante las acciones de una sociedad cruel y plagada de disputas que lo encaminan hacia esa cierta agonía.
Pero de todos modos nos deja en evidencia que la palabra griega γωνα (agonía) significa lucha o combate.
Ahora comprendo porque desde el comienzo no pude hablar ante la obra de García Curten  “de líneas de fuerza, de vectores, de llenos y vacíos”. Sus esculturas son mucho más que eso; son el resultado de largos e introspectivos planteos existenciales. Son la evidencia de la lucha de un artista entre la vida y la muerte.
 Comprendo porque ese  Cristo en la escalera “; porque aunque su autor no sea creyente, la obra deja en evidencia la agonía del nazareno: esa lucha que se teje entre la vida y la muerte. La propia vida del escultor es un planteo entre la vida y la muerte; tal vez una forma de combativa agonía. Muchas veces caminando por el patio de su casa-taller ha pensado en la circunstancia de morir en ese lugar y no en ningún otro; de pelearle a la muerte ese derecho.
Esto tal vez lo  sepa ahora, después de muchos años de mi segundo encuentro con el artista. Ese día cuando me despedí de García Curten y de Castillo, ni siquiera sospechaba que la palabra del escritor amigo  formaría parte de esta reflexión. No sabía que un cuentista sampedrino me había enseñado, en esa tarde, mediante la obra de un escultor,  como era agonizar como los griegos.

" Encuentros sampedrinos con García Curten".(fragmento).
 Publicado en Argus-a Arte & Humanidades. California. USA. (01/10/2015).