lunes, 26 de noviembre de 2018

EL MICRORELATO COMO FORMA EVALUATIVA EN LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA DEL ARTE.




Por Jorge Jofre.



Durante mucho tiempo la enseñanza de la historia del arte consistió en repetir un relato que, en ocasiones, podía ir acompañado de una ajustada descripción de obras o de algún escueto comentario. Pero, el desarrollo de las ciencias sociales, los estudios sobre comunicación y hasta el campo de la psicología han modificado tal situación.
Esos cambios también incidieron en las formas tradicionales de evaluar que por lo general recurrían a exámenes orales de alto contenido memorístico o escritos soportados en preguntas-clave. Hoy día, si trabajamos, por ejemplo, la obra de Rembrandt, tanto el análisis de sus producciones como el informarse sobre su vida dentro del contexto de una Holanda del 1600 nos puede dar suficiente data como para hacer elaborar, a modo de evaluación y bajo ciertas consignas, un microrelato. Partiendo del Regreso del hijo pródigo, el educando, puede construir un pequeño texto argumental en base a una especie de “apropiación derridiana” del cuadro de Rembrandt; un microrelato hasta con una posible nota de ficción que permite mirar el arte desde otro lado distinto.
Proponer tal tipo de trabajo dentro de una cátedra, traerá varias dificultades tanto para el docente como para el que es evaluado. El docente deberá tener bien en claro los parámetros evaluativos y para ello también la forma en que deberá encarar el trabajo el evaluado.
El tema en sí a desarrollar no es meramente ficción sino que esta cargado de acontecimientos reales, brindados fundamentalmente por los textos consultados durante el desarrollo de la cursada. Es un microrelato que debe pretender ser, por lo menos en parte, un texto de historia del arte. No debe pretender cautivar, sino tal vez “refrescar” una realidad histórica, puesto que “una historia que pretende cautivar huele de lejos a falso y no puede ir mas allá del pastiche…el historiador no es un coleccionista ni un esteta; no le interesen la belleza ni la singularidad. Solo le interesa la verdad...” (Paul Veyne, p. 19). Esta en claro que el alumno no es un historiador, ni es pretensión de la cátedra que lo sea, pero debemos sacar de él el mejor partido posible.
Sobre la “construcción” del relato es importante tener en cuenta la opinión de Renato Ortiz que aludiendo a las ciencias sociales (y la historia del arte se nutre en gran parte de ellas) dice que: “…viven de los conceptos. Tomarlos es un arte. No necesariamente en el sentido artístico de la palabra sino en cuanto a artesanía…”…si es necesario educar al alumno en la selección de los contenidos a emplear. Pero todo ello se logra con mucho trabajo y orden…nuevamente recurrimos a Ortiz: el objeto sociológico es un artefacto hecho pieza por pieza…al formularlo estoy obligado a redondearlo, pulirlo, a tomar el detalle que contribuye a la explicación del todo…el trabajo del alumno en este microrelato requiere de idas y vueltas, de andar y desandar caminos hasta descubrir cual es el más efectivo para no distanciarse, de todas formas, de una realidad histórica.
En una entrevista realizada por Adriana Puigross en los ´ 90 a Silvia Duluc, secretaria académica de UNER por ese tiempo, esta última refiriéndose a donde se debían poner los énfasis en educación en cuestiones del conocimiento mencionó: la creatividad; el planteo de problemas; las indagaciones autónomas; la búsqueda de caminos alternativos; el desarrollo de propios caminos sin negar los ya existentes (Adriana Puiggrós; p. 104).


Bibliografía específica:
ORTIZ, RENATO, TAQUIGRAFIANDO LO SOCIAL, Buenos Aires, Siglo XXI Editores Argentina, 2004. Pp. 11-14.
PUIGGROS, ADRIANA, UNIVERSIDAD, PROYECTO GENERACIONAL Y EL IMAGINARIO PEDAGÓGICO, Buenos Aires, Paidós Cuestiones de Educación, 1993.
VEYNE, PAUL, “El objeto de la historia) 1.Un relato verídico y nada mas. 2. Todo es histórico, luego la historia no existe” .COMO SE ESCRIBE LA HISTORIA. FOUCAULT REVOLUCIONA LA HISTORIA,

 Extraído de EL MICRORELATO COMO FORMA EVALUATIVA EN LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA DEL ARTE.
Jorge Jofre.  enero 2014