miércoles, 20 de agosto de 2008

El documental chileno.



En noviembre, en el Centro Cultural Rojas, se proyectaron filmes de documentalistas chilenos contemporáneos. “DOC BUENOS AIRES” (Sala Batato Barea, 6 al 16/11) pone aún más en claro la relevancia alcanzada por el cine documental chileno en los últimos años y nos sirve de marco para la reflexión.

Hasta hace dos décadas, el documental cinematográfico de carácter social o político, era un género poco visto por el público y no tan frecuentado por los directores. Filmes como “Morir en Madrid” de Fréderic Rossif, un impresionante y doloroso fresco de la guerra civil española, era por ese tiempo, una aislada cumbre dentro de la ya enorme filmografía plagada de comedias, dramas o películas de acción.
Pero, el documental supo de todos modos ganarse “a posteriori” un lugar en los “reclamos “del público. A veces, escasos 60 minutos: el espacio de tiempo de cualquier serie televisiva, le sirven al documentalista para plasmar una mirada que hace frente en común con fuertes sentimientos del espectador; para plasmar un presente vigente o un pasado no tan distante.
A partir de los ´ 80, alejados los cineastas chilenos de las problemáticas de una gran industria cinematográfica, rápidamente descubrieron el enorme potencial del documental como herramienta capaz de reflejar tanto la realidad sociopolítica, como las vivencias de un creador o los momentos claves de una historia simple protagonizada por gente común.
Si bien la columna vertebral de este movimiento documentalista chileno ha sido y es aún hoy día la figura de Patricio Guzmán (Santiago de Chile, 1941), debemos reconocer que la notable obra de los documentalistas trasandinos, tiene su centro genealógico sin duda alguna en la obra de Miguel Littin (Palmilla, 1942). En “El Chacal de Nahueltoro “(1968), Littin, emplea a un actor (Nelson Villagra) para plasmar el personaje del triple asesino José del Cármen Valenzuela Torres, pero la construcción del relato y la imagen, toma en todo momento presencia de documento verdadero.
“ El chacal de Nahueltoro” junto con el Primer Festival de Cine y Encuentros de Cineastas Latinoamericanos , realizado en 1967 en Viña del Mar son sin duda elementos fundantes de un nuevo cine latinoamericano que busca reflejar la realidad de un gran cúmulo de jóvenes naciones sumidas en tensas problemáticas sociopolíticas y un notable subdesarrollo. Desde sus comienzos, la obra de Patricio Guzmán, avala consistentemente tal premisa, y encuentra en el documental su arma más poderosa.
La célebre trilogía de Guzmán denominada “La batalla de Chile” (1973-1979) que alude al último año de gobierno de Salvador Allende, llenó salas en Chile, fue distribuida en 35 países y esta considerada “uno de los diez mejores filmes políticos del mundo”. El director chileno sostiene que un documentalista debe ser un testigo apasionado; un testigo que se involucra y habla en primera persona.
Por lo expuesto, se puede concluir fácilmente que no fue la dificultad productiva de hacer ficción lo que llevó al cine trasandino al pináculo del documental, sino “la propia voluntad de cineastas que eligen la representación de lo real como campo de trabajo específico” (C.C Rojas, nov. 2006). Hasta directores como Gustavo Graef. Marino, (dentro del ámbito de un cine posterior al régimen militar), imprimen a filmes de ficción (“Johnny Cien Pesos”, 1993) un cierto carácter de documental al relatar un hecho delictivo verídico.
En “Malditos, La historia de los Fiscales ad Hok (2004, 71 minutos), que pudimos ver el DOC BUENOS AIRES, Pablo Insunza recurre a la historia de una banda punk chilena para hablar de casi dos décadas de su país. De una banda que no se limita a ser testigo de una realidad sino que cuestiona a la misma…” de los que mi vida quieren controlar y mi manera de ser y mi manera de actuar” (“Libertad vigilada”). La elección del tema le permite a Insunza reforzar el efecto de realidad. Álvaro España, Roly o Víbora, son en el film parte de una realidad que solo el documental puede plasmar. Alguna vez expresó Miguel Littin que “un país sin documental es como una familia sin álbum de fotografía”; DOC BUENOS AIRES nos permitió ver algunas de las páginas de la historia reciente de Chile, cumpliendo con la función de rescatar la memoria de un pueblo.

Jorge Jofre
“El documental chileno”. 
Rev. P & A, 2006, Num. 166.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por lo general no comentar en blogs, pero tu me obligaron a, increíble trabajo .. hermosa ...