miércoles, 4 de junio de 2025

 

Ignacio Iturria y el sofá: algo más que evocación.

 

 

Cuando en 1998, después de haber visto la muestra de Ignacio Iturria en el MNBA, escribí una nota titulada “Iturria y el sofá”, tenía en mente en ese momento, ante todo, la presencia de su contundente “Sofá elefante”. Me había traído a la memoria, el sofá de mi tía Delia en su casa de Villa Real y una pieza de pensión en la calle Belgrano repleta de antiguos muebles. Solo pude en esa ocasión mediante la enorme escultura-objeto, evocar un pasado que dejó de ser presente hace ya mucho tiempo.







Sofá elefante. 1998. Colección privada.

 

Diana Lobato ha destacado, que desde una perspectiva crítica “el arte ofrece un análisis del pulso de la vida, pasada y presente”. Las obras se tornan polisémicas desde tal forma de abordaje y posibilitan entonces “múltiples lecturas” [i]. Eso ocurre ante la presencia de las esculturas- objetos, realizadas por Ignacio Iturria básicamente con la ayuda del corrugado y algo de color. Se descubre algo más allá de sus reconocibles materialidades, que los hace ser entonces mucho más que la representación de antiguos muebles. Múltiples sentidos de la obra de un creador que trae a colación la célebre frase de Michel Foucault: “el lenguaje no dice exactamente lo que dice”[ii] . Muchas veces captamos las ideas que encierra el mismo desde un “sentido menor” que oculta momentáneamente otro más profundo. Esa posibilidad de múltiples lecturas de la obra de Ignacio Iturria, lleva a considerar que fuera de la corporeidad de lo representado en sus muebles-objeto es necesario también tener en cuenta los espacios en que se alojan los mismos.

El Sofá elefante puede aludir a formas elementales de un paquidermo se ve y se siente como fuertemente corpóreo. Pero justificar solo al arte de Ignacio Iturria por ello, sería minimizar e incluso limitar esa supuesta polisemia que se aloja en las interpretaciones de su obra. Sería recurrir al “sentido menor” y no comprender esa casi misteriosa relación mueble-casa que nace de algunos de sus esculturas- objetos. No ver además,  la cercanía que todo ello tiene con los solitarios habitantes de las grandes ciudades, entre las cuales se puede incluir su Montevideo natal. En el arte de Iturria los animales  también pueden transformarse en muebles y a la inversa, los muebles en animales.[iii]

Entonces bajo esta perspectiva, el Sofá elefante aparece más allá también de toda posible idea de un mullido asiento para recostarse y dormitar o meditar.  Lejano a la idea,  de evocar exclusivamente desde su morfología y color la imagen de un enorme paquidermo. Porque las figuraciones que se hacen presentes tanto en sus pinturas como en sus objetos, indican que Iturria ha imaginado sobre el escenario del entorno real otra escena distinta. Porque en sus creaciones, hay algo más que muebles antiguos, cotidianeidad, ciudad o entorno; algo que participa de ese célebre misterio del arte. Creer que son solo evocación es restringir sin duda el valor total de las mismas. Si bien los muebles tridimensionales realizados por el montevideano, guardan sin duda en su materialidad ciertos íntimos secretos del pasado de su creador, ellos tienen varias posibles lecturas que esperan ser puestas a la luz.

 

 Jorge Jofre. Mayo 2025.

Basado en un artículo publicado en la Revista Punto & Aparte. (1998).

 



[i] Diana Lobato. https://www.amigosmuseoreinasofia.org/

[ii] Michel Foucault. El orden del discurso.

[iii] Pablo Thiago Roca. Catalogo Ignacio Iturria: pintar es soñar. Museo Nacional de Artes Visuales. Montevideo. Uruguay.

 

 

 


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno profe 👍

Anónimo dijo...

Genial