Ignacio Iturria
y el sofá: algo más que evocación.
Cuando en 1998, después de haber visto la muestra de Ignacio
Iturria en el MNBA, escribí una nota titulada “Iturria y el sofá”, tenía en
mente en ese momento, ante todo, la presencia de su contundente “Sofá elefante”.
Me había traído a la memoria, el sofá de mi tía Delia en su casa de Villa Real
y una pieza de pensión en la calle Belgrano repleta de antiguos muebles. Solo
pude en esa ocasión mediante la enorme escultura-objeto, evocar un pasado que
dejó de ser presente hace ya mucho tiempo.
Diana Lobato ha destacado, que desde
una perspectiva crítica “el arte ofrece un análisis del pulso de la vida,
pasada y presente”. Las obras se tornan polisémicas desde tal forma de abordaje
y posibilitan entonces “múltiples lecturas” [i].
Eso ocurre ante la presencia de las esculturas- objetos, realizadas por Ignacio
Iturria básicamente con la ayuda del corrugado y algo de color. Se descubre
algo más allá de sus reconocibles materialidades, que los hace ser entonces
mucho más que la representación de antiguos muebles. Múltiples sentidos de la
obra de un creador que trae a colación la célebre frase de Michel Foucault: “el
lenguaje no dice exactamente lo que dice”[ii]
. Muchas veces captamos las ideas que encierra el mismo desde un “sentido menor”
que oculta momentáneamente otro más profundo. Esa posibilidad de múltiples lecturas
de la obra de Ignacio Iturria, lleva a considerar que fuera de la corporeidad
de lo representado en sus muebles-objeto es necesario también tener en cuenta los
espacios en que se alojan los mismos.
El Sofá elefante puede aludir a formas elementales de un paquidermo se
ve y se siente como fuertemente corpóreo. Pero justificar solo al arte de
Ignacio Iturria por ello, sería minimizar e incluso limitar esa supuesta
polisemia que se aloja en las interpretaciones de su obra. Sería recurrir al
“sentido menor” y no comprender esa casi misteriosa relación mueble-casa que
nace de algunos de sus esculturas- objetos. No ver además, la cercanía que todo ello tiene con los
solitarios habitantes de las grandes ciudades, entre las cuales se puede
incluir su Montevideo natal. En el arte de Iturria los animales también pueden transformarse en muebles y a la
inversa, los muebles en animales.[iii]
Entonces bajo esta perspectiva, el Sofá elefante aparece más allá también
de toda posible idea de un mullido asiento para recostarse y dormitar o
meditar. Lejano a la idea, de evocar exclusivamente desde su morfología y
color la imagen de un enorme paquidermo. Porque las figuraciones que se hacen
presentes tanto en sus pinturas como en sus objetos, indican que Iturria ha
imaginado sobre el escenario del entorno real otra escena distinta. Porque en
sus creaciones, hay algo más que muebles antiguos, cotidianeidad, ciudad o
entorno; algo que participa de ese célebre misterio del arte. Creer que son
solo evocación es restringir sin duda el valor total de las mismas. Si bien los
muebles tridimensionales realizados por el montevideano, guardan sin duda en su
materialidad ciertos íntimos secretos del pasado de su creador, ellos tienen varias
posibles lecturas que esperan ser puestas a la luz.
Jorge
Jofre. Mayo 2025.
Basado en un artículo publicado en la Revista Punto &
Aparte. (1998).
[i] Diana Lobato. https://www.amigosmuseoreinasofia.org/
[ii] Michel Foucault. El orden del
discurso.
[iii] Pablo Thiago Roca. Catalogo Ignacio
Iturria: pintar es soñar. Museo Nacional de Artes Visuales. Montevideo.
Uruguay.
2 comentarios:
Muy bueno profe 👍
Genial
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