Por Jorge Jofre
Entre
1995 y el 2012 entrevisté al escultor Fernando García Curten en tres ocasiones en su
casa-taller de San Pedro. Esas entrevistas fueron registrados en “Encuentros sampedrinos con García Curten”, publicado
en octubre del 2015. El segundo de los “encuentros”, denominado “Agonizar como
los griegos” coincidió con la visita del
escritor Abelardo Castillo. El texto deja translucir aspectos más profundos de
la estética de García Curten y la mirada
del cuerpo humano. La visita de Castillo aporta además la posibilidad de hacer
también algunas referencias al particular pensamiento del escritor fallecido recientemente…
un amigo de toda la vida de Fernando García Curten.
…Y es al hablar de “agonía”
cuando se me hace presente una parte de Las
palabras y los días donde Abelardo Castillo procura encuadrar el arte de su
amigo:
Parece no haber más que tres caminos:
la desesperación; la frivolidad o la agonía. En la orgullosa soledad de un
pueblo de Buenos Aires, un pintor, un escultor, descubrió por sí mismo esas
verdades y eligió el tercer camino. El arte de Fernando García Curten es un
arte agónico. Demasiado talentoso para la frivolidad, demasiado rebelde para la
desesperación….Agonizar ya lo sabían los griegos, es lo mismo que luchar.
Tal vez Abelardo Castillo
tenga razón. Tal vez el motor de la situación sea esa “cierta culpa” que
expresara sentir García Curten, ante las acciones de una sociedad cruel y
plagada de disputas que lo encaminan hacia esa cierta agonía.
Pero de todos modos nos deja
en evidencia que la palabra griega ἀγωνία
(agonía) significa lucha o combate.
Ahora comprendo porque desde
el comienzo no pude hablar ante la obra de García Curten “de líneas de fuerza, de vectores, de
llenos y vacíos”. Sus esculturas
son mucho más que eso; son el resultado de largos e introspectivos planteos
existenciales. Son la evidencia de la lucha de un artista entre la vida y la
muerte.
Comprendo porque ese” Cristo en la escalera “; porque aunque su
autor no sea creyente, la obra deja en evidencia la agonía del nazareno: esa
lucha que se teje entre la vida y la muerte. La propia vida del
escultor es un planteo entre la vida y la muerte; tal vez una forma de
combativa agonía. Muchas veces caminando por el patio de su casa-taller ha
pensado en la circunstancia de morir en ese lugar y no en ningún otro; de
pelearle a la muerte ese derecho.
Esto tal vez lo sepa ahora, después de muchos años de mi
segundo encuentro con el artista. Ese día cuando me despedí de García Curten y
de Castillo, ni siquiera sospechaba que la palabra del escritor amigo formaría parte de esta reflexión. No sabía
que un cuentista sampedrino me había enseñado, en esa tarde, mediante la obra
de un escultor, como era agonizar como
los griegos.
" Encuentros sampedrinos con García Curten".(fragmento).
Publicado en Argus-a Arte & Humanidades. California. USA. (01/10/2015).
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