Por Jorge Jofre.
Relatos Salvajes,
filme estrenado en el 2014, es más que “una colección de historias, deliciosas,
horribles, espeluznantes y escabrosas...”
como dijo un crítico de The Guardian. En este nuevo filme Damián
Szifron, al ahondar en los sucesos del mismo, nos revela: ciertas
particularidades en la estructura de su relato y algunas relaciones con el
relato aristotélico; la presencia de humor y de
una subordinación de los actores al personaje. Características que tal vez tuvieron su génesis hace poco más
de una década atrás cuando escribiera y dirigiera la serie televisiva Los
simuladores. Szifron consolida así en Relatos Salvajes, un modelo narrativo,
poco usual en el cine argentino actual, con muy buenos resultados.
La formula
narrativa de Szifron.
En
pocas palabras, Relatos Salvajes, es
una “antología de seis cortos de comedia
negra escrita y dirigida por Damián Szifron” . Los términos son abarcativos,
pero no obstante no alcanzan a explicar ciertas circunstancias que rodean al
filme, ni la manera en que fue construido el mismo. Si nos remitimos al campo
de la narrativa, debemos recordar que todo relato tiene una estructura que se
despliega en un tiempo y establece un recorrido con el correr de las acciones.
Aristóteles
planteó ese recorrido como una linealidad perfecta; al analizar; en su Poética, el desarrollo de las acciones
de la tragedia Atica. Los seis relatos de Szifron, parecen en sí mismos cumplir
con tal propuesta aristotélica. Pasternak;
Las ratas; El más fuerte; Bombita; La propuesta y Hasta que la muerte nos separe, todas las historias respetan la linealidad de
un relato.
A
modo de ejemplo de esa linealidad sirve Las
ratas. Una camioneta arriba en el medio de una fuerte tormenta a un parador
en una ruta. Su conductor desciende del vehículo pretendiendo comer algo. La
camarera que lo atiende lo reconoce inmediatamente como Cuenca, un empresario y
pretendido político que arruinó económicamente a su padre y lo condujo a la
muerte. Lo reconoce mientras él con ciertos malos modales pide un menú. La
escena se traslada ahora, a la cocina del parador, repleta de mugre y
destartalados utensilios de cocina: la chica informa a la cocinera de la
llegada de Cuenca. Entre el ánimo y las palabras de ambas mujeres se comienza a
tejer la idea de una venganza. La cocinera insiste al respecto y toma la
determinación de envenenar la comida que le servirán a Cuenca con veneno de
ratas. Este parece no actuar sobre Cuenca, pero sí en el cuerpo de su hijo, que
ha llegado un rato después, y comparte el plato de comida envenenado. La
camarera desespera ante la situación…la cocinera se abalanza sobre el hombre y
lo acuchilla, hiriéndolo mortalmente. En la escena final, el hijo de Cuenca se
ha salvado y la cocinera va presa.
Los
cambios de escenario, donde se alternan, el salón comedor con la cocina, no
afectan al relato sintético que Szifron establece mediante los tres personajes
protagonistas: Cuenca; la camarera y la cocinera. Son breves y precisas las
acciones que determinan y cierran el relato (la fórmula se repite casi
totalmente en el resto de las historias que componen el filme). Unas pocas
palabras y algunos gestos plasmados por los protagonistas de la escena en que
Cuenca pide el menú sirven para saber que va a ocurrir algo mas allá de la
comida solicitada; sirven para presentar
a dos de los personajes principales. La primera escena en que aparece la
cocina, pone en acción al tercer protagonista: la cocinera. Así es como unos
pocos planos y algunas palabras alcanzan para caracterizar a una tríada de
personajes y meterlos en una acción que; el director; parece sentir como que
debe terminar rápidamente…hasta la muerte debe ser súbita y sin agonía. Cuando
se filma el tiempo corre, y Szifron parece no querer extender demasiado ese
tiempo en sus relatos. No hay flashback, ni situaciones paralelas, todo es
directo y manifiesta una prolija linealidad aristotélica. La fórmula de Szifron
queda claramente evidenciada.
Un relato
sencillo.
Fuera de la linealidad del relato, la
cuestión de la simplicidad de algunos de
ellos ha sido motivo de análisis de Aristóteles en la Poética. El filósofo
habla de “acciones sencillas”, de un tipo de acción donde el relato fluya casi
naturalmente sin complicación alguna: “que
por las cosas pasadas avengan naturalmente o verosímilmente los tales sucesos...”
(Poética). Es un relato sin complicaciones
que claramente aborda en un desenlace.
Profundizar
en estos relatos de Szifron es ahondar en ciertas semejanzas con ese “relato
sencillo”, pero por ello no poco efectivo, dada la fuerza e inesperabilidad de algunos de los finales. Pasternak modeliza tal estructura
narrativa. Es el primero y mas breve de todos los relatos. Los pasajeros de un
avión descubren que tienen algo en común,
todos tuvieron algo que ver con el piloto Pasternak. En unas pocas
secuencias descubren que los reunió en ese vuelo para vengarse de todos ellos
estrellando la nave. En el cortísimo tramo final el relato abandona el avión,
para pasar a una escena donde un matrimonio disfruta del jardín de su
residencia…de repente aparece en el cielo el avión y se lanza sobre ellos.
El giro final sorpresivo en Pasternak , es sin duda un claro remate
de un “relato sencillo” que genera una gran tensión en el espectador. Cuando no
se sabe de antemano lo que va a ocurrir, nace el suspenso, y este es un fuerte
soporte de toda narración. Ese
giro repentino y sorpresivo ya fue descubierto por Aristóteles cuando aludía a
la “mudanza de fortuna”. Y hay sin duda una cierta “mudanza de fortuna” en este
breve Pasternak. Notablemente el
piloto-vengador no es tomado por la cámara, pero si el resultado final de su
accionar.
Llamativamente
esos relatos de Szifron, pese a su brevedad o los giros repentinos son creíbles,
porque, el director argentino, mantiene también cierta premisa aristotélica de
que los hechos tengan “siempre presente o
lo natural o lo verosímil...” (Poética).
El director argentino a expresado: “...decenas
de veces pasamos por situaciones extremas y en la mayoría el “deber ser” se
impone afortunadamente. ¿Que ocurriría si “lo correcto” se desvanece? …”.
La
posible desmesura de los seis relatos debe ser tomada como una respuesta
posible ante fuertes presiones emocionales. Respuestas reales y concretas más
allá de todo posible juicio de valor, porque en definitiva lo que el director
hace no es moralizar sino mostrar ciertos sucesos en su cruda realidad. Una
idea nítida y sencilla, tan nítida y sencilla como la normativa que rige sus
relatos.
Con cierto humor.
Aristóteles se preocupaba poco por el humor;
es decir en la Poética lo ubica en un
plano secundario con respecto a la tragedia y a la epopeya. Umberto Eco en El nombre de la rosa , rescata tal
concepto; lo utiliza como elemento clave de su relato. En el monasterio donde
se suceden una serie de extraños crímenes. Solo al final nos enteramos que
tales crímenes se deben al intento de evitar que se conozca un capítulo inédito
de la Poética que refiere a la risa.
Eco
nos brinda la posibilidad, leyendo entre líneas, del poder de la risa, del
poder de un humor que para Aristóteles careció de relevancia.
A
la hora de hablar del relato de Daniel
Szifron debemos tener en cuenta que los
aspectos analizados en primer término: la linealidad; la extensión
temporal y la simplicidad son solo algunos de los recursos que lo fundan y lo
sostienen a lo largo de Relatos Salvajes.
El director tiene un sello distintivo en el carácter que le otorga a cada una de las historias: y ese
sello es el humor sin duda alguna. Aquel recurso que Aristóteles le restó
presencia a la hora de generar una normativa teatral.
Si
nos preguntamos cual es el motivo por el cual el humor aparece en Relatos Salvajes, la respuesta puede
surgir claramente de una frase del director Tarantino con relación a uno de sus
filmes (Django sin cadenas): “…debía aligerar el discurso racista con un
guión impregnado de humor…” (1).
El
festejo del cumpleaños de Simón Fisher – ahora ya bombita- en prisión
contribuye a aligerar la posible carga dramática que conllevan las acciones
anteriores del ingeniero. El hecho de haber fabricado un coche bomba a modo de venganza
remite sin duda a muchas situaciones reales cargadas de notable dramatismo,
Szifron, encuentra en el humor de las últimas secuencias, la risa del
espectador y un canal de alivio.
Pero
es en Los simuladores donde
arranca entonces ese ingrediente – el humor- que ya ahora reconocemos como tan
propio del director luego de ver Relatos
Salvajes. En los distintos capítulos que componen la serie televisiva guionada y dirigida por Szifron, el
humor, tiene su lugar. En su esencia, el argumento de Los simuladores, mostraba a cuatro socios que mediante simulaciones
(“operativos de simulacro”) resolvían los problemas de la gente común. Szifron
presentaba en cada capítulo historias
con: explicaciones cuasi científicas; toques sentimentales; muestras de ternura
y por supuesto el sello distintivo del humor.
Con
solo ver algunas de las escenas recopiladas en You Tube vinculadas al humor de
la serie deberíamos tener en claro un aspecto no menor de la caracterización de
los relatos de Szifron. Una pequeña escena en un bar sirve para que mediante un guión afinado
Szifron cree una situación de risa. Tras
el clásico “El señor se va a servir algo”, Mario Santos (uno
de los simuladores) le pide primero un té a la mesera. Esta le comunica que no
tiene el tipo de infusión que el quiere. Santos arranca con la idea de un café que tampoco existe en
ese bar. Termina pidiendo un agua mineral sin gas: “...Sin sodio puede ser...” agrega finalmente. La situación es claro
ejemplo de un humor que recurre fundamentalmente al soporte del diálogo y
descarta una antigua tradición cinematográfica de un humor visual muy afín al
cine mudo.
Si
Szifron ha buscado darle un carácter a
todas las historias de Relatos
salvajes mediante el recurso del
humor para darle un respiro al dramatismo del relato es porque de ese modo,
fuera de la violencia final desatada en cada una de las seis piezas, dicho
recurso le permite otorgar una unidad total a las mismas. Tal como indicara
Aristóteles al referirse a la tragedia ática: “remedo de una acción completa y total” (Poética.)…con cierto humor al modo de
Szifron.
Personajes de un
relato.
En
“La misión del bibliotecario” ,
Ortega y Gasset, alude a la cuestión del “decir escrito” planteada en el diálogo platónico Fedro . Platón
establece en este escrito su teoría de la
preponderancia del decir hablado sobre el escrito. Le otorga un sentido de rememoración; de decir muerto o
petrificado a la palabra escrita. El filósofo español, en otros párrafos del
libro, profundiza aún mas en la idea,
marca la necesidad imperiosa gestada en Platón de que”… otro hombre reproduzca en su persona la situación vital a que aquel
pensamiento respondía…” (2)…señalando indiscutiblemente el traspaso del
pensamiento escrito a una forma oral superadora del mero hecho de rememorar. Desde nuestra
mirada contemporánea, Platón, esta a metros de situarse cerca de la idea de un
interprete físico (llámese actor u orador) que da vida a lo expresado en el
papel.
En
Relatos salvajes, se plantea una cuestión semejante en lo que respecta al “Decir
escrito”. Para Szifron el guion que determina la palabra de los actores es
sumamente importante. Es el elemento que fundamentalmente construye los personajes
de un relato y plasma su pensamiento expresado en el papel. Es un cine que al igual que
el de Tarantino o los hermanos Cohen se sostiene y estructura
con la palabra que emiten los actores.
En
el teatro de William Shakespeare, era la
palabra escrita la que cobraba vida en la voz de los actores. (3) trasvasando
el pensamiento escrito a una forma lingüística sonora; un proceso de tiempos
isabelinos que se podría asimilar “la tecnologización de la palabra” enunciada
por Walter Ong (4) en el siglo XX. Shakespeare escribía sus piezas teatrales para
ser representadas por actores fundamentalmente mediante el recurso de la
palabra. No hay en sus tragedias indicaciones de puesta en escena o decorados. Lo
fundamental en su teatro es la palabra; construye los personajes y los torna al
decir de Jerzy Grotowski“en cortesanos”
de una obra; en herramientas de un relato donde se diluye la idea del
actor-divo. (5)
En los
personajes de Relatos Salvajes
veremos claramente como la palabra estructura en gran medida el relato y le da
consistencia. Ya se trate de un monosílabo, una frase corta o un parlamento
extenso, la palabra es protagonista del filme. Un breve insulto en El más fuerte basta para desatar una
lucha encarnizada en la soledad de una ruta que declara casi ausente el
decorado. Pese a la contundente violencia que muestra la cámara, los sucesos se
sostienen en gran medida con la presencia de breves frases, que emiten los
actores y guían el relato hacia un final que también se cierra con palabras
tras la muerte de los dos protagonistas.
Retrotrayéndonos
a los capítulos de Los simuladores, también el discurso de los actores era sumamente importante y ninguno de ellos
se erigía por sobre él en su actuación. Sus voces describían una circunstancia;
argumentaban, narraban; exponían; o dialogaban evitando toda posibilidad expresiva
que pusiera la actuación por encima del relato. En las dos temporadas Szifron
supo mantener tal tesitura aún pese a la variedad de situaciones que debían
llevar a buen término los cuatro” simuladores “para ayudar a alguien.
Como en el
teatro de Shakespeare, los actores de Relatos
Salvajes, son “cortesanos” de la historia. Ya se trate de actores
consagrados como Sbaraglia; Darín o Cortese o de actores de mediana trayectoria , Szifron, los
utiliza como piezas o herramientas de un relato, evitando dentro de lo posible
toda forma de protagonismo que pueda distraer al público y debilitar la
linealidad aristotélica de lo narrado en forma simple.
Así es como, la estructura narrativa de
Szifron establece: vínculos con el relato aristotélico; presencia de humor y actores
subordinados al personaje. Pone a Relatos
Salvajes, muy cerca de un modelo narrativo que le ha dado buenos resultados.
Citas bibliográficas.
1. Juan Carlos Villanueva. Tarantino y el arte de provocar.
2. Ortega y Gasset. Libro de las misiones.
3.Tomás Abraham. Sha kespeare, el antifilósofo
4. Walter Ong. Oralidad y escritura
5. Tomás Abraham. Obra citada.
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