lunes, 25 de diciembre de 2023

Maquinas enajenadas en una feria en Hautefaye.

 




  En el denominado Caso de Hautefaye (Tribunal de Dordoña; septiembre de 1870), el tribunal condena a la guillotina a cuatro de los juzgados y a otros quince a penas de prisión. Todos ellos por su participación en el homicidio del tendero Alain Demonéys bajo la circunstancia de considerarlo espía prusiano y traidor a la patria. El joven había asistido a una feria de ganado en el lugar, la mala interpretación de una frase suya, lleva a un grupo de campesinos -en su mayoría analfabetos y repletos de alcohol- a torturarlo, quemarlo en la hoguera vivo y untar pan con la grasa derretida de su cuerpo para comerlo.

El guionista de cine y escritor francés Jean Teulé (1953-2022) recreó más de un siglo después el luctuoso hecho que se considera uno de los más vergonzosos de la historia de Francia en Los caníbales (2009). El relato se inicia con el viaje de Alain Demonéys a Hautefaye sin saberlo con un claro derrotero hacia su muerte. En unos pocos capítulos, se define el destino del joven, a manos de una muchedumbre que ya lo acusa de traidor a la patria. Los siguientes tramos del libro – a modo casi de un via crucis – narran las atrocidades que puede cometer una verdadera turba exaltada. Luego el juzgamiento y la condena le posibilitan a Teulé dejar en clara evidencia el grado de precariedad existencial de la mayor parte de los protagonistas del homicidio. Hacia el final de Los caníbales se instaura también la idea del suicidio tema este que ya Teulé había tratado antes en una comedia negra titulada Le magazine des suicides (2006). El cuerpo de Anna Moundot- la que fuera planchadora en Angulema -  es encontrado en las heladas ciénagas de Nizonne. Cerca de su boca y una de sus manos se lee escrito en la nieve TE AMO (Teulé 120). Recreando la historia hace compartir al desborde demencial y asesino, la idea del amor frustrado entre dos jóvenes, a causa de los actos de una sociedad que parece funcionar en una feria de ganado en la Dordoña bajo conductas sumamente desviadas.

 En La anatomía de la melancolía , Burton destaca en un pasaje como la idea de la muerte convierte al hombre en sujeto vulnerable y perseguido por los pensamientos sobre la misma (1946 6). Pero, no obstante, si bien el filósofo entiende que esa fragilidad es producto en gran medida del pecado cometido por Adán, desde otra mirada, en su extenso ensayo, se acerca a la posibilidad de causas vinculadas a lo corporal y a lo psíquico. De este modo es que establece causales posibles de la presencia de la melancolía, una enfermedad que lo persiguió al propio Burton la mayor parte de la vida. La mención del antiguo texto habilita la posibilidad de que tal afección, causa de tristezas y hasta de estados de desánimo, sea un factor importante dentro del relato de Los caníbales. Los intensos y precisos diálogos, perfilan en una lectura entre líneas del relato, los motivos que causan la muerte de Alain Demonéys. Se comprende entonces como los actores directos, están circundados por una Francia en crisis. Una guerra contra el poderoso estado prusiano en permanente fracaso y los efectos de una sequía veraniega excepcional son algunas de las claves. De todos modos, eso no alcanza a explicar en su totalidad como más de seiscientas personas en una feria de un pueblo, como señala la reseña de contratapa de una de las ediciones, “se entregarán durante horas a realizar las peores atrocidades posibles” (2010).

 Tal vez mas allá de las circunstancias sociales y políticas sería necesario para aclarar algo de los hechos de la feria de Hautefaye recurrir a una mirada más centrada en el hombre y su estructura interior. Conti (2015) destaca en un artículo que Hubert Tellenbach (1914-1994) reflexionaba sobre la circunstancia de que debería haber una antropología que llegue a entender “la totalidad de las vivencias según su interrelación estructural” (62). Para el célebre psiquiatra alemán, la melancolía, expresada como una “depresión endógena” se daría tras el encuentro de lo que sabía denominar Typus Melancholicus con una situación de la exterioridad donde se podría incluir todo aquello por fuera que lo puede afectar; un clima social de guerra sería entonces válido. Podría ser una clara vía para generar derrames de melancolía entonces que desemboquen en un violento crimen colectivo. Circunstancia que no solo tendría – visto bajo el cristal de Tellenbach-  vinculaciones con la realidad sociopolítica y económica externa sino también con estados endógenos previos de por lo menos algunos de los autores de la violenta muerte del joven comerciante. 

El encuentro de Alain Demonéys con su primo Camille de Maillard – narrado en el capítulo 3 del libro- es clave en el nudo del relato. El pariente del tendero lee una crónica sobre la batalla de Reichshoffen e inicia una discusión con varios de los asistentes a la feria. Los campesinos imposibilitados de leer las noticias por su analfabetismo se cierran a un pensamiento xenófobo, que dada la retirada precautoria de Maillard, se centra por tanto en Demonéys como forma de vengar la supuesta afrenda a Francia y al emperador. La letra de La marsellesa compuesta por Roger de Lisle- ante la vista en 1792 de un cartel parisino callejero incitando a la ciudadanía a tomar las armas contra la amenaza extranjera- parece replicar en las cabezas de los campesinos.  Entonces es cuando – como podría explicar Deleuze- sus “máquinas deseantes” gruñen y zumban en lo profundo de sus mentes (1973 60); se enajenan y provocan la tragedia.


Jorge Jofre/2023.

 

Referencias bibliográficas.

Burton, Robert. Anatomía de La Melancolía, Buenos Aires: COLECCIÓN AUSTRAL, 1947.

Deleuze, Gilles, Guattari, Félix “El antiedipo: el deseo y la máquina deseante”, En El antiedipo: Capitalismo y esquizofrenia, Barcelona: Barral, 1973, 57-62.

Conti, Norberto Aldo, “Temperamento y Melancolía en la Psiquiatría Antropológica de Hubertus Tellenbach”,  Psicopatologia Fenomenológica Contemporánea, 2015:4(2),58-69.

 Teulé, Jean. Los caníbales, Barcelona: Ediciones B, Colección HISTORICA, 2010, 7-121.

 

lunes, 13 de marzo de 2023

UN CONSTRUCTOR GOTICO EN EL RIO DE LA PLATA.

 


                                                                              


Es parte  de un escrito publicado en Argus-a, bajo del nombre de “Modernidad, sincretismo y filogoticismo en Carlos Páez Vilaró: contextos y estética de un artista rioplatense”. En él, se habla de los orígenes de la pintura del artista uruguayo, su actividad como muralista y constructor.

    Allá por los sesenta, en la escena pictórica argentina y rioplatense, Romualdo Brughetti marca una tendencia del arte hacia un universalismo. Agrega que, entre otras cosas, es pertinente iniciar tal proceso teniendo en cuenta la realidad artística local y nacional.También destaca la importancia de validar desde la crítica las obras de arte como ―organismos autónomos‖ nacidos, no obstante,de la mano de un pintor (1960,179). Tales opiniones, abren sin duda en el presente la posibilidad de varias disquisiciones. 

      En primer lugar, el contexto de Brughetti es el de un tiempo no globalizado donde aún se puede pensar en parcialidades y localismos con cierta libertad y sin las presiones de hegemonías totalizadoras. En segundo lugar, era un momento donde la autonomía de la obra estaba en crecimiento producto de una fuerte impronta formalista de la crítica. Por otro lado, la circunstancia de referirse en un escrito breve a la modernidad y el sincretismo presentes en la obra del uruguayo Carlos Páez Vilaró(1923, Montevideo- 2014, Punta Ballenas) pone en consideración el planteo de otra escena distinta a la de Brughetti. 

     Se debe considerar, por tanto, que la extensa vida y la producción de este notable artista rioplatense ha transitado distintos contextos y épocas. No se podría hablar de una única realidad y por sobre todo en su pintura ya sea de caballete o mural. El Carlos Páez Vilaró de los años cincuenta en Montevideo, no es el mismo que el de los sesenta con todo un desarrollo pictórico a escala mural que lo convierte en internacional. Aunque existan reiteraciones de temas, percepciones y hasta operatorias plásticas similares: el artista se moviliza por distintos escenarios que construyen entramados entre lo producido y el ámbito. 

     Con respecto a la cuestión de la obra como ―organismo autónomo‖ – planteada por Brughetti— se debe entender que resulta muy difícil en lo que hace al montevideano separar lo creado de su creador. Ambas cosas tienen en Carlos Páez Vilaró una contigüidad muy fuerte. Siempre en sus pinturas, murales, cerámicas o construcciones hay algo de la mirada de un rioplatense que se hace evidente pese a los cambios de contextos y de momentos. Casapueblo, una construcción, casi al modo de las catedrales góticas: sin planos precisos, solo con breves bocetos que marcaban agregados y acentuaban partes del complejo edificio es un puntual ejemplo de esa particular destreza del habitante del Río de la Plata de hibridar aportes de distintas procedencias sin perder en esencia el sello de lo local. Y si bien Páez Vilaró desde un lado se acercó a una estética europea y picassiana, desde otro –como Torres García y Barradas en el Uruguay o Berni y Batlle Planas en Argentina— supo dejar en claro su habitancia rioplatense. 


Jorge Jofre. ( Argentina-2023).

jorgejofre2000@gmail.com


Referencias bibliográficas.

Brughetti, Romualdo. ―La escuela pictórica argentina y rioplatense‖. 1960, pp. 175-200. 

 

Texto completo en Argus-a.   Vol XII. Ed. N° 47. Marzo 2023.

https://www.argus-a.com/archivos-dinamicas/1699-1.pdf